He ofrecido sufragios por las víctimas, rogando también al Señor que ellas intercedan para que sea mínimo el número de fallecidos y para que se pueda prestar toda la asistencia espiritual y humana a quienes lo necesiten. Como me llegan testimonios de que lo hacen los fieles de la Prelatura del Opus Dei, me siento muy unido a todos los trabajos que se están llevando a cabo para auxiliar a las personas y familias que sufren. Por eso, he pedido a los hombres y a las mujeres de la Prelatura que se encuentran en esa tierra que, bien unidos a sus conciudadanos, además de rezar y de ofrecer sacrificios por la situación actual, no dejen de colaborar en la medida que esté a su alcance en todas las actividades para acudir en auxilio de quienes se encuentren afectados por el seísmo.
Estoy especialmente muy unido, como los demás fieles de la Prelatura, a las plegarias del Santo Padre y a cuanto hayan dispuesto los Obispos de Japón, también para que todo el pueblo de ese país entienda de una manera más inmediata que la Iglesia Católica participa y quiere ayudar en todo lo que afecta al pueblo japonés.
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