Andaba por el camino, un camino pedregoso, irregular, hasta maldito cuantos zapatos habían sucumbido a esas filosas piedras. Cuantos tropiezos terminaban en manos y rodillas sangradas. A los costados voladeros o piedras más grandes e irregulares. Un pequeño hombre que diario transitaba el camino 3 o 4 veces comenzó a cargar un enorme zapapico...
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