Al lado de un grupo de creadores que, en principio, no tenían ningún vínculo con el teatro, la pintora se sumó a la aventura de Poesía en Voz Alta, un programa teatral que surgió en 1956 a iniciativa de Jaime García Terrés, entonces director de Difusión Cultural de la UNAM, y que coordinaba Juan José Arreola.
La experiencia artística comenzó como una serie de lecturas de poesía en voz alta y después fueron convocados diversos creadores, entre los que se encontraban escritores, pintores, músicos, directores de escena en ciernes y actores. Entre los participantes destacaban Octavio Paz, Elena Garro, Leonora Carrington, Juan Soriano, Héctor Mendoza, Carlos Fuentes y Juan José Gurrola, entre otros.
El grupo, coordinado por Juan José Arreola, que fungía como director literario, se había propuesto en principio abordar la poesía clásica española, pero con la llegada de Octavio Paz, quien fue invitado por Terrés para incorporar algo de poesía surrealista, el proyecto se diversificó y, en alguna de las primeras reuniones, Paz y Carrington propusieron que en lugar de recitar poemas se montasen obras de teatro. Y, más aún, se plantearon, como lo habían hecho otros grupos experimentales en el mundo, escribir sus propias obras de teatro.
Así fue como el nobel de literatura escribió su primera y única obra de teatro: La hija de Rappaccini, basada en el cuento homónimo de Nathaniel Hawthorne. La obra fue escrita para el segundo programa (que incluía también una corta pieza de Ionesco), y fue representada por primera vez el 30 de julio de 1956, en el Teatro del Caballito, en la ciudad de México. El director de escena era Héctor Mendoza, también recientemente desaparecido; Leonora Carrington realizó la escenografía y el vestuario, y la música incidental era de Joaquín Gutiérrez Heras.
Entonces Leonora Carrington ya era la pintora inglesa afamada y ganadora de varios premios, que había vivido en Francia y participado en el movimiento surrealista. Y en aquella época, cuando se llevaron a cabo las reuniones preliminares de Poesía en Voz Alta, Carrington presentó su trabajo en la Galería de Arte Mexicano. Su obra ya era considerada extraordinaria y sorprendente; "una obra que revela un desasosiego sin límites y una maestría incomparable".
De acuerdo con Roni Unger, quien ha documentado el movimiento teatral, para Arreola, Poesía en Voz Alta era una oportunidad de divertirse por medio del teatro, nada más. Para Paz, era una forma de decir "no" a lo que estaba pasando en el mundo del arte contemporáneo en México, de "rebelarse contra la falta de imaginación", y de tomar partido por el "espíritu de la contradicción".
Para Carrington se trataba de "divertirse"; y las razones de Soriano permanecen inciertas (aunque Paz pensaba que lo motivaba una rebeldía inconsciente). Lo cierto es que este grupo de artistas tenía una necesidad incesante de expresarse artísticamente, y parece que ésa fue la fuerza centrífuga que los impulsó a emprender esta aventura.
La vida de Leonora Carrington fue, sin duda, un largo periplo colmado de aventuras, mitos y fantásticos personajes, como lo revela su obra pictórica. Entre Londres y México, fue pareja del pintor surrealista Max Ernst (1891-1976) y con él viajó a París, donde convivió con los artistas del movimiento surrealista como Salvador Dalí, Marcel Duchamp, André Breton y Pablo Picasso.
La pintora fue a vivir a España donde, en medio de una enorme tensión, sufrió un colapso nervioso que la hizo ingresar en un manicomio en Santander. Escapó del encierro en 1941 y se refugió en la embajada mexicana en Lisboa, donde conoció al escritor Renato Leduc, con quien vino a vivir a México en 1942. En México se reencontró con sus amigos que venían del exilio y vivió los últimos años con su familia, creando nueva obra, sobre todo escultura, alejada de la vida social.
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