Las extinciones en las islas griegas asimismo enfatizan la importancia crítica de la preservación de corredores de hábitat que permitan que las plantas y los animales migren en respuesta al cambio climático lo cual maximiza sus oportunidades de supervivencia.
A medida que el clima se tornó más templado después de la última era de los hielos los niveles del mar subieron y formaron decenas de islas en el mar Egeo que habían sido antes parte de la tierra firme de Grecia. Al mismo tiempo disminuyeron las áreas frías y forestadas cuando la aridez se extendió en la región.
Como resultado de los efectos combinados del cambio del clima, los cambios en la vegetación y el tamaño cada vez más pequeño de las islas, muchas poblaciones de reptiles perecieron.
Para tener una comprensión más clara de las consecuencias en el pasado del cambio climático Johannes Foufopoulos y sus colegas calcularon las tasas de extinción de la población de 35 especies de reptiles —diversos lagartos, serpientes y tortugas— en 98 islas griegas del nordeste del Mar Mediterráneo. Las tasas de extinción calculadas se sustentaron en la presencia o ausencia moderna de cada especie en las islas que estuvieron conectadas a la tierra firme durante la última era glacial.
Foufopoulos y sus colegas encontraron un patrón sorprendente en las extinciones en las islas. En la mayoría de los casos las poblaciones de reptiles desaparecieron primero en las islas más pequeñas, los primeros sitios donde se limitaron más las opciones de hábitat.
Las especies más afectadas fueron las de reptiles "especialistas de un hábitat", es decir los que requerían una gama muy estrecha de condiciones ambientales para sobrevivir. Además, las especies residentes en el norte, que requerían condiciones frías y húmedas, se cuentan entre las que tuvieron las tasas de extinción más altas.
El estudio se publicará en la edición de enero de la revista American Naturalist.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que un patrón similar de extinciones emergerá en varias partes del planeta a medida que las temperaturas suban en las décadas y siglos próximos. Además de adaptarse al cambio climático, las plantas y los animales estarán forzados a migrar a través de un paisaje natural cada vez más fragmentado.
En muchas regiones los pequeños tramos de hábitat natural están ahora rodeados por vastas áreas inhospitalarias de tierras dedicadas a la agricultura y zonas urbanizadas, del mismo modo que aquellas islas recién formadas en el Egeo quedaron rodeadas por los mares crecientes hace miles de años.
"La fragmentación generalizada de los hábitat naturales exacerba enormemente los efectos del cambio climático y va en detrimento de la capacidad de las especies para adaptarse a las nuevas condiciones", dijo Foufopoulos, un profesor asociado en la Escuela de Recursos Naturales, y el Departamento de Ecología y Biología Evolucionaria de la UM.
Además de Foufopoulos, los autores del estudio son Anthony Ives de la Universidad de Wisconsin, y A. Marm Kilpatric, de la Universidad de California, en Santa Cruz.
"Las lecciones aprendidas de la serie de extinciones de reptiles sugieren que si las especies han de sobrevivir al cambio que ya está ocurriendo en el clima global, los humanos no sólo tendrán que designar significativamente más tierras para la conservación, sino también que estas áreas protegidas necesitan estar conectadas mediante una red de corredores de hábitat que permitan la migración de las especies", dijo Foufopoulos.
A lo largo de las últimas décadas el calentamiento global ha resultado en un traslado hacia los polos en las áreas de vida de muchas aves, mariposas y otras criaturas. Se espera que el traslado hacia climas más fríos –tanto hacia el norte en el hemisferio norte, como hacia el sur en el hemisferio sur—continúe en el futuro a medida que los organismos buscan regiones donde los niveles de temperatura y humedad permitan su supervivencia.
La financiación de este proyecto provino del Departamento de Zoología de la Universidad de Wisconsin, la Universidad de Michigan, el Instituto Ambiental Princeton, la Fundación Cleveland Dodge, y la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
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