Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte, porque todo lo ha sometido Dios bajo los pies de Cristo.
+ Meditatio
El misterio que nutre la fe del cristiano es el de la resurrección de Cristo. Cierto que el misterio por excelencia es el de la Santísima Trinidad; ya que creemos que nuestro Dios siendo uno solo es en sí comunidad de Personas. Sin embargo, el misterio de la resurrección corona la fe del cristiano, porque le da esperanza al hombre que vive bajo el signo de Cristo y del Espíritu Santo; es decir, la fidelidad a Jesús y la docilidad al Espíritu Santo que exigen constante trabajo, esfuerzo, empeño y dedicación; y que pueden suponer la entrega de la propia vida para merecer la eterna, le alientan para llevar a cabo dicha tarea. Si tomamos en cuenta que el mayor temor del hombre tiene su contraparte con su mayor anhelo. Tememos morir porque queremos vivir; pero no sólo queremos vivir mucho tiempo, queremos que esa vida sea una vida plena, colmada de bendición, dicha y felicidad; queremos que el paso del tiempo aumente la alegría de la vida, esperamos que la intensidad de la felicidad crezca con el paso del tiempo. Por ello, San Pablo nos recuerda que la muerte es el enemigo a vencer y será el último enemigo derrotado cuando se lleve a cabo la consumación del Reino de Dios; entonces la vida será plena, perfecta; no habrá llanto, ni dolor, ni sufrimiento, pues Dios nos colmará con su presencia. La vida se encamina a la vida eterna y de ello Jesús nos da un adelanto; su muerte no fue el fin sino el inicio de una vida perfecta. María ha sido invitada a tal plenitud por su Asunción al cielo; ella nos anticipa lo que le espera a la iglesia. Si la Cabeza resucitó, el Cuerpo tiene esperanza de resucitar junto con Cristo para que, así como él ha ingresado en la vida perfecta del Padre y, así como María ha conseguido dicho don, del mismo modo esperamos nosotros gozar algún día de la Pascua eterna.
+ Oratio
Señor Jesús, que has colmado nuestra esperanza con tu Resurrección y has querido ofrecernos un anticipo de la plenitud de vida a la que nos llamas por medio de la Asunción de tu Madre a los cielos, ayúdanos a desear la vida que no acaba, poniendo todo nuestro empeño en merecer aquello que nos has conseguido con tu misterio Pascual, para que un día podamos gozar de tu presencia al lado de la Santísima Virgen María. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
+ Operatio
El día de hoy dedicaré unos momentos a venerar a María para pedirle que haga crecer en mí el deseo del cielo, así como ella lo deseó y ganó.
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El Evangelio de hoy
Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".
Entonces dijo María:
"Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.
+ Reflexión
En este hermosísimo pasaje, san Lucas nos ha retratado el interior de María Santísima. En él, expresa lo que sentía y pensaba, no sólo de Dios en sí mismo y su actuación para con su pueblo, sino la profunda relación que mantenía con él y que es el motor de toda su vida. María se presenta como la Sierva del Señor y es por ello que su alegría más grande está en alabar a Dios y servir a sus hermanos. Si hoy nuestra sociedad se ha vuelto más egoísta y distante, sobre todo de los necesitados, es porque se ha distanciado de Dios, porque no encuentra su alegría en alabarle, porque su relación con él es pobre y fría. Es necesario que volvamos a encender el fuego del amor a Dios en nuestros corazones, que nos demos tiempo en nuestro agitado día para orar, para visitarlo en los sagrarios, para comulgar con más frecuencia, para reconciliarnos sacramentalmente; en fin, para crecer en nuestra amistad con el Señor. Sólo de esta manera el fuego de Dios en nuestro corazón, como en María, se transformará en caridad.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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